domingo, 19 de agosto de 2012

El pescador sordomudo

   
En las orillas del Esla (no por pequeña es menos interesante )


  Ayer fue la primera vez que me he encontrado en el río con un sordomudo. Él pescaba a mosca seca y yo a pluma. Lo saludé cuando se estaba uniformando para realizar el difícil “arte” de la pesca (¿o es deporte?) y me hizo señales con la mano de que no oía. Levanté el brazo derecho como un indio apache y lancé mi mejor sonrisa de “hola y adiós”. El segundo encuentro fue en el centro de una gran tablada,  y digo bien porque ambos íbamos por el centro del río y coincidió, más o menos, a la mitad de la tablada.
Tablada del encuentro
  Como yo iba río abajo, dejé de pescar a unos 40m de su posición, bordeándolo y rebasándolo por el margen no pescable, momento en el que me reconoció del saludo anterior y al ver mis siete mosquitos más la ninfa, los señaló y dirigió su mano a la gorra cual saludo militar y sin pararla la dirigió al cuello indicando que me lo iban a cortar,  de lo que yo saqué que lo que me quería decir era que mi cuerda era ilegal. Para facilitar el dialogo saque el alicate y, lo mejor que supe, hice movimientos hacía los anzuelos, entendiéndome perfectamente porque pronunció la palabra : “ todos”, a lo que respondí con un movimiento afirmativo de cabeza. Luego colocó la mano en forma de “C”,  abriéndola y cerrándola dándome a entender que donde él estaba se cebaba una y que no le entraba y me señaló a mí para  que lo intentara. Yo con la mano y hablando le indique que era la tercera vez que recorría la tablada y que esa trucha no quería saber nada de señuelos. Pero la acción le honra. Me entendió perfectamente por lo que creo que leía bien los labios. Cuento esto porque hay pescadores con los que, a veces, resulta mucho más difícil entenderse y, sobre todo,  porque nunca  tienen tiempo para los demás;  me imagino que fuera del río son iguales. 

Esta entró al rosa fuerte; no daba la medida.

   Pues eso, que aprovechando una coyuntura familiar propicia he podido ir a pescar tres días durante esta semana a mi río del alma: El  Esla. Las truchas han tenido muy poca actividad y las pocas que comían en superficie lo hacían pegaditas a los salgueros  y espadañas, no obstante los tres días completé el cupo reglamentario. Alguno dirá ¿pero no era el Eria tu río del alma? No. El Eria es el de mis nostalgias y añoranzas. Es el que me recuerda el paso del tiempo. Vamos a dejarlo y a volver a la trucha.

Cupo reglamentario
   El martes 14,  la mosca ahogada campeona fue el salmón fuerte en posición de semibailarín; puse otra de semiahogada  y no funcionó. El viernes 17, la medalla de oro se la llevó la ninfa faisán que llevo de rastro y hoy, sábado, ha sido la mejor: la color Fanta, brincada en negro y con una pluma pardo tirando a negrisco,  colocada también de semibailarín. He probado el tabaco y pardón, además de otros, que en años anteriores en  agosto me dieron  un gran rendimiento, pero no han funcionado. Después de tantos días alejado del río  no ha estado mal el saldo, teniendo en cuenta que, en el río, siempre hay que estar probando a ver que quieren comer las campeonas.

Restos de un naufragio veraniego 
   Había comentado que a la hora de iniciar una jornada de pesca debemos apostar por aparcar el coche en una buena pradera, pues bien : estamos en agosto y las praderas se van secando y lo sitios escasean; la solución:  la alfombrilla  de un coche retirada antes de venderlo.

Solución provisional 

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