lunes, 4 de junio de 2012

Bien está lo que bien acaba



   Cuando oigo el sonido de una maquina excavadora  un domingo cerca del río me pongo a temblar, y es  que son los días señalados para efectuar las chapuzas que durante la semana no tienen tiempo de realizar; ya saben, es aquello de  mira a ver, hombre,  si tienes un rato y arreglas ese cauce . Pues eso,  que a los diez minutos de oírlo el Esla presentaba el aspecto de  un gran barrizal, eran las 11,45 horas de la mañana, así que recogí mis bártulos, tomé el coche y hasta Cubillas de Rueda, donde aparqué, como siempre, debajo de un gran chopo centenario  que, en su día,  me enseñó mi amigo de Villomar. 

Chopo centenario

   Me asomé al río comprobando que llevaba la mitad de caudal del que lleva en la zona donde yo pesco, no vi a ningún pescador y algunas truchas estaban comiendo en superficie, la primera pequeña me entro al falangista, que como ya he mencionado lo llevo de bailarín. Desde las 12,30 hasta las 14,00 horas que decidí volver a mi zona de pesca, pues supuse que la máquina habría finalizado la obra, pesque unas diez o doce truchas de entre 10 y 20 cm, entrando sobre todo  al falangista y carne (3277 de la paleta).

Obra que alteró las aguas del Esla
No se les ocurrió cortar el agua durante las obras

   Efectivamente la máquina había terminado su obra, un poco chapucera según se aprecia en la fotografía, y había conseguido enviar a casa a todos los pescadores, por lo que me encontré en una gran tablada yo sólo. He puesto este título porque ha sido uno de los días grandes de pesca, donde, hasta en tres ocasiones, trabe dos truchas en una misma tirada; yo lo achaco al hecho de que al haber embarrado el río  no hubo eclosión o si la hubo la trucha no comió, lo cierto es que entraban con fuerza y no importaba que revolcases una que, en la misma zona, a la siguiente tirada   repetía otra y así hasta las 16,30 horas. Desde esta hora hasta las 18,30 horas en que di por finalizada mi jornada de pesca siguieron entrando pero en intervalos ya más largos. Los dos mosquitos campeones fueron el carne y el salmón fuerte y a partir de las 16,30 horas, el rosa brincado en avellana y también el brincado en amarillo huevo. En fin, adrenalina a tope. Por tanto creo que le viene bien el título de esta comedia de Shakespeare.


Dos de una tirada



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