jueves, 21 de junio de 2012

Coto de Quintana de Rueda

   Sin duda,  después de dos días de playa, tengo que reconocer que  disfruto mucho más en el río, pero como uno no vive solo, tiene que acomodarse a lo que toca y durante unos días toca playa, que también es necesaria para ayudar a pasar los crudos inviernos leoneses, aunque ya no son tan crudos y sí largos.

Playa de Denia
   El domingo 17 era la primera vez que iba al coto de Quintana de Rueda  durante esta temporada, pues, el año pasado, me fue mal cuando cogí como sobrante el de Gradefes en la segunda quincena de Mayo.  Este es un coto que se caracteriza por grandes tabladas donde, cuando las truchas comen en superficie, da gusto  ver la proliferación de ondas que preparan incitando al pescador que, nervioso, no sabe a cual “atacar primero” y los nervios a los pescadores sólo nos traen dolores de cabeza, lo  digo porque suelen llevar aparejado el enredo de los aparejos. A  cuantos no nos ha pasado que, durante toda una mañana, no hemos enganchado la cuerda ni una vez en los salgueros y es empezar a moverse las truchas cuando ocurre la fatalidad, en fin, cosas del río y que deben quedar en el río.

Tablada del coto de Quintana de Rueda

   Pues mi amigo y yo empezamos a pescarlo sobre las 12,00 horas en una corriente que da  inicio a una gran tablada y, creo recordar  que, en la primera tirada, enseguida enganchó una; pescaba con mosquitos de los que yo hago, por lo que  tengo que agradecerle que confíe en mí; todos sabemos que el mosquito que más pesca es aquel en el que confiamos plenamente y por ello siempre lo llevamos puesto ( claro,  siempre que sea el adecuado al momento), en cualquier caso, su cuerda y la mía se diferenciaba en que la suya tenía cinco mosquitos por encima de la boya más el rastro y la mía ocho incluido el rastro.

Me gustan las equilibristas luchadoras, espero pescarla el proximo día 
   Quien ha pescado el Esla un día como el que tuvimos nosotros cualquier otro río le parecerá insignificante, y es que, a ambos, se nos repitieron muchas veces las enganchadas dobles, sobre todo entre las 13 y las 14 horas,  claro que, casi siempre, sólo llegaba a tu poder una que solía ser la pequeña. Durante esta jornada creo que se me han escapado muchas más de la media de otros días y, sin duda, no ha sido la cuestión: arponcillo sí, arponcillo no, aunque también, si no, visto desde la distancia, debido al hecho del poco cuidado que le puse en la recuperación una vez presa, pues era tal la actividad que era predecible que en la siguiente tirada otra se clavase. 
Con la hormiga.

   Comimos el bocadillo a las 18,00 horas, aprovechando el momento del cambio de una tablada a otra en el que tuvimos que coger el coche, pero es que no pararon su actividad en superficie en todo el día;  ¡coño!, que no se hace bien la digestión sabiendo que las truchas se siguen moviendo. A las 21,30 horas abandonamos el río, pues yo, al día siguiente, tenía que regar la huerta antes de venirme a Denia; nos tomamos unas cervezas, comentamos la jornada, arreglamos España,  en fin lo que se espera de una buena jornada de pesca. Todos los mosquitos rindieron, aunque creo que si hay que destacar uno en especial, diría que la hormiga. Durante un buen rato, a partir de las 17,00 horas, llegué a tener dos en la cuerda y también tuve dos carnes a partir de las 19,00 horas. Habrá que repetir; doy por bien empleados los 12, 35 euros que cuesta el coto como sobrante.



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