jueves, 14 de junio de 2012

Caí en la tentación

  
    Había comentado que hasta el miércoles no podía ir de pesca pero decía Oscar Wilde “que la mejor manera de librarse de una tentación es caer en ella” y eso hice yo el domingo, sabía que jugaba Nadal, la selección española de futbol y que con Fernando Alonso teníamos  por delante una emocionante carrera, pero me levanté pensando en el río y al final me convencí de que podía pasar unas horas en él y ver también los acontecimientos deportivos.
Estado de la superficie del agua
   Pues eso que a las 11,00 horas ya estaba yo vareando el río Esla, confiando en que mi ninfa favorita me sorprendiese en alguna corriente o debajo de algún salguero y lo que verdaderamente me sorprendió fue el viento, tanto,  que decidí comerme el bocadillo a las 13,00 horas, a ver si,  mientras,  amainaba el aire y el  río limpiaba un poco las pelusas de los chopos y salgueros que habían caído. Día malo, donde los haya, para practicar la pesca, con casi nula actividad de las truchas en superficie, que sólo me habían permitido coger, hasta esa hora, un par de ellas pequeñas a la ninfa. 


Una de las mejores tiradas arruinada por la caída del chopo
    A la 13,30 horas reinicie  la faena y,  si bien el viento seguía en rachas parecidas, al río ya no caía tanta pelusa  por lo que empecé a tomar alguna trucha pequeña a la hormiga y al salmón. Finalmente, a las 15,30 horas, decidí que debía caer en la nueva tentación, que no era otra que volver a León y ver los acontecimientos deportivos de la tarde, con un pobre saldo de dos truchas reglamentarias, cogidas ambas con la hormiga.


La hormiga pudo con ellas



   La jornada del miércoles fue distinta, la comencé a las 12,30 horas y a la segunda tirada cogí una  23 cm con mi ninfa. El río estaba en buenas condiciones para pescarlo y en el mismo lugar del aparcamiento coincidí con el pescador que, el viernes pasado, me informó del porqué había tanta trucha pequeña, no obstante,  más tarde,  en charla con  otro pescador en un  lugar donde el río se estrecha para formar luego un gran pozo, allí con la caña de cinco metros y su aparejo de ninfas, entre las que pude ver algún perdigón, trataba de arrancarle al río alguna trucha grande posicionada en el fondo, éste me comentó, respecto a las truchas pequeñas, que era lógico que hubiese  pues habían desmantelado la piscifactoría de Vegas del Condado y todas las truchas las habían repartido por los ríos leoneses, ya que no tenía sentido mantener esta piscifactoría cuando se iba a imponer la pesca sin muerte a partir del próximo año. 

Otra trapecista
   Sobre las 15,00 horas se volvieron locas y, durante aproximadamente media hora,  rara era la tirada en la que no había enganchada, varias veces hasta dos, pero en ningún caso llegué a tener que desanzuelar las  dos pues, al cobrarlas, por una u otra razón una de ellas se escapaba. 


Mi saltona campeona
   Los mosquitos campeones en ese momento fueron por el mismo orden, la saltona amarilla,  el rosa avellanado, la hormiga y el carne (paleta 3277). Hasta las 17,30 horas que abandoné el río no pararon de comer en superficie, claro que no con la misma intensidad que esa media hora, pero se hizo divertida la jornada,  de tal forma que no tuve tiempo de comerme el bocadillo y me tuve que conformar con una barra de cereales y una naranja que,  además  del botellín de agua,  llevo en mi bolsa de pesca,  porque ya me conozco. 
Cupo reglamentario
    El domingo, con un amigo, he cogido el coto de Quintana de Rueda y esta será mi cuerda de inicio, claro que, cuando abandone el río no se parecerá pues suelo cambiar mucho los mosquitos. Por supuesto, para ajustarse a la normativa, van sin arponcillo. En el Eria suelo utilizar sólo tres o cuatro mosquitos y una caña muy corta, aquí utilizo una de cuatro metros y con siete u ocho señuelos, todo es cuestión de práctica y de ir aumentando poco a poco los mosquitos y la longitud de la caña.


Mi cuerda para el coto de Quintana







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