Presentación de "El Pescador deEstrellas" |
Hoy asistí en La Bañeza a un acto para mí muy emotivo, acudí porque un buen
amigo de mi pueblo, Domingo del Prado, presentaba uno de sus libros, en esta ocasión un cuento para
niños: “ El Pescador de Estrellas
“.
Hace
un año perdió a su esposa y quiso con esta publicación recordarla y que los más
cercanos a él la recordásemos. Estrella, que así se llamaba su esposa, nunca se
irá de su vida, porque parte de lo que somos, después de convivir muchos
años con una persona, somos un
tanto por ciento de ella. Se interrelacionan nuestras formas de pensar, de
comportarnos, de ver el mundo, de creer, en resumen de vivir nuestro mundo. Por
tanto, el mestizaje llega a nuestro cerebro y eso, amigo Domingo, no lo podrás
borrar porque parte de lo que eres, lo eres de forma inconsciente porque tu Estrella te hizo aprenderlo sin que
tuvieras tiempo para pensarlo, al igual que ella perdió parte de ella para
tomar algo de ti. ¡Maravillosos los seres humanos!, somos como camaleones con el
entorno que nos gusta.
Me
encantó ver a mucha gente del pueblo en el acto, eso indica que tenemos genes
sanos, pues nuestra unidad de almacenamiento de información genética considera
a un nacido en el pueblo como parte de él. Bueno, yo, hasta el próximo día que me enfrente a él en la “subasta” en el bar del pueblo, ahí se
acaban los genes y los amigos, claro que, en otras ocasiones, jugamos de
compañeros y entonce al enemigo ni agua. Algún día habrá que hablar de la
importantísima labor de socialización que cumplen los bares de los pueblos.
¡Cuantos problemas sobre lindes, riego, pastoreo, etc , terminan porque los beligerantes lo han solucionado alrededor de una
cerveza o una copa de vino! Creo que el Gobierno tenía que promulgar un Real
Decreto, que obligase a todos los pueblos a tener abierto, al menos los fines
de semana, un bar o taberna.
Pues
eso, que hay muchas formas de pescar y todas agradables, sólo hace falta, como decía Domingo en la
presentación, “dar rienda suelta a la imaginación” y pensar que, incluso un mal día de pesca, se puede
convertir en toda una gran aventura de reconocimiento del entorno que rodea a
nuestros ríos. ¡Ay que seguir pescando! Incluso sentimientos.
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