sábado, 20 de abril de 2013

UNAS HORAS EN EL RIO Y MUCHAS EN LA HUERTA.

Mucho trabajo por delante
      He tenido que redoblar mi esfuerzo en la huerta, pues con tanta lluvia se lleno de malas hierbas y me he visto obligado a retirarla con el fin de facilitar las labores de repartición del estiércol; todo ello ha retrasado, este año, la plantación de repollos en más de quince días; seguro que serán más pequeños. He ido hasta Astorga para comprarlos, pues los martes son los días que montan el mercadillo en esta ciudad, ya que  era el día que tenía previsto acercarme al pueblo y así, de paso,  también aproveché para tratar de localizar algún hilo que me pudiera servir  para el montaje de mis ahogadas, en esta ocasión no hubo suerte.

Astorga y su mercadillo
   Me gusta recorrer esta ciudad milenaria en la que viví durante tres años cuando estudiaba el bachillerato, aun recuerdo el sabor de los pinchos de tortilla picante del bar la Guitarra que, diligentes, degustábamos en el recreo de las once de la mañana. 

Pero ese tiempo pasó. Hay un proverbio árabe que describe muy bien que el tiempo pasado es eso, pasado: “ Cuatro cosas hay que nunca vuelven más: una bala disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y una ocasión desaprovechada”.
José Manuel con uno de sus tractores
   Esta semana José Manuel me llevó dos cazos de estiércol de oveja con el tractor  para el huerto,  lo que supuso posponer la pesca hasta el viernes.
Resultados después del trabajo
   Eran las 12,00 horas cuando aparqué el coche cerca de Torneros de la Valdería y, allí,  me encontré con un pescador que pasaría de los 80 años; me comentó que era de la Bañeza. Hablamos durante un buen rato de nuestras amigas las truchas y por supuesto del río. Cuando cogió un poco de confianza conmigo, después de comentarle que era un ribereño de Pinilla de la Valdería, se arrancó a recitar parte de unos versos inspirados en el río Eria que él había compuesto hace unos cuantos año a la vera del cauce;  fue enternecedor ver como se emocionaba,  quizás por la nostalgia de un tiempo pasado en el que acudía al río, como me comentó, con el coche lleno de amigos. Ahora, me dijo, sólo venimos cuatro locos apasionados por el entorno y, como podrás ver, cada pescador con su coche. Después tomamos ambos la margen derecha del río en sentido contrario  y sólo nos llegamos a encontrar en una ocasión, en la que me comentó que, únicamente, había pescado una trucha pequeña; yo le informé que sólo había sacados dos, que no daban la medida, con la ninfa faisán que llevaba de rastro.


Ninfa faisán, campeonas de las pequeñas
  Sobre las 12,45 horas me encontré a otro pescador, como de unos setenta años, este, al igual que el primero, pescaba con la clásica cuerda leonesa; iniciamos nuestra corta conversación aceptando que las truchas aún no tenían ganas de comer en superficie; le comenté que en una gran tablada que hay unos doscientos metros río abajo, el otro día, había visto una nutria. Me preguntó si la vi en el agua y le dije que no, que escudriñaba la margen izquierda del río en el sentido contrario al discurrir del agua abarcando como unos dos metros. Tras la información que le facilité proclamó, con rotundidad, que se trataba de un visón, le dije que a mí me había parecido una nutria, pero sostuvo su criterio afirmando que había dos más en una tablada por la parte arriba del pueblo,  y que habían aparecido por el río hace unos años a raíz de una suelta que un grupo de ecologistas realizó en una granja. Prosiguió diciendo que, estos visones, han terminado hasta con las ratas que había. Ante tanta abrumadora información asentí, nos despedimos y me prometí a mi mismos consultar imágenes a través de Internet de estos mustélidos. Después de verlas creo que tenía razón y se trataba de un visón.

¡Pequeñas, pequeñas!
  Hasta las tres de la tarde sólo pesqué pequeñas y no en los sitios predecibles, como la gran tablada de las peñas enriscadas que cortadas rompen sobre el agua.



Piedra y agua en el río Eria
   Como la ninfa sólo me daba trucha pequeña, a partir de las tres de la tarde la retiré, reorganizando mi cuerda en la que coloqué un paja de ahogado, un violeta de semiahogado, un tabaco brincado de un color vino de semibailarín  y el pardón de bailarín.


Trucha de 24 cm al tabaco
 
   Los mosquitos campeones fueron al tabaco y el pardón, con los que cogí las dos únicas truchas que dieron la medida; al quitar la ninfa faisán de rastro acorté la cuerda casi un metro, esto me permitió adentrarme en una zona del río encubierta por una interminable hilera de “humeros”, cuyas ramas caen sobre el lecho, cual sauces, impidiendo tiradas largas, obligándome a  recortar el número de mosquitos para ajustar las tiradas.



Las dos reglamentarias del día
   Fue una jornada bonita de pesca por una zona distinta con complicados accesos al río;  en resumidas cuentas, una zona rompe piernas que agota, sobre todo, en el inicio de la temporada.

En el Eria sigue avanzando la primavera 


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