Van pasando los días y las semanas y por una u otra razón el
blog sigue esperando alguna historia de pesca. Me he dado cuenta que soy
perezoso y que es muy cómodo utilizar “Twuiter” para ir haciendo cortas
anotaciones que no son más que el reflejo
de mis pequeños instantes a
la orilla del río. También puede ser que no sea tan perezoso y que lo que hago es seguir a
rajatabla el proverbio japonés de : “ Piensa mucho, habla poco, escribe menos”.
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Este pequeño neuróptero le gusta a las truchas del Esla |
El domingo no tenía previsto ir al río ya que
tengo en casa a mi nieto; además, el día anterior había llovido en algún
momento copiosamente y lo más lógico es que el agua del río estuviese algo
turbia. Después de desayunar continué haciendo unas moscas ahogadas que quería
probar, se trataba de
comprobar qué hilo color carne iba
mejor en el Esla: el Gütermann 979 o el 7847 del Molino. También monté
alguna mosca que en León llamamos
“ahogada” con el 8100 también del Molino ( todas son ahogadas pero ésta recibe
ese nombre en particular), con la salvedad de dar las últimas vueltas del tórax ( como 1/3 parte del cuerpo)
con el carne del Molino e hice lo mismo con dos más que monté con el 3277 de la
Paleta. El sábado había comprobado que había un permiso de los sobrantes aún sin coger para
el coto de Quintana de Rueda en el río Esla y me picó la curiosidad. Entre la
curiosidad, el día cálido que se presentaba alternándose las nubes blancas con las grises y el
recuerdo de la última jornada de pesca en el Esla donde saqué una de 1,298 kg.,
hizo que mis dedos tecleasen “aceptar” y casi sin darme cuenta estaban dando
mis datos de la tarjeta bancaria para hacer el pago. ¡Cuantos actos hacemos a
lo largo del día sin pensar! Y es que el río me gusta tanto que, parafraseando
a Borges diré, que no me gusta que le guste a otras personas. Es un amor así,
celoso.
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Trucha pescada el 15 de junio de 48cm y 1,298 kg |
Entré al río
por el pueblo de Rueda del Almirante. Ya conté en otra ocasión que tiene una
fuente romana muy interesante. El caudal del río aproximadamente venía como
en años anteriores por esta época,
con la salvedad de que otros años el calor apretaba antes y, por tanto, antes también soltaban el máximo de agua estando las
truchas a estas alturas de Julio más habituadas a las gélidas aguas del
pantano. Esto acarrea una merma significativa de su actividad. Sobre todo de
la trucha grande.
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Pescada al salmón fuerte |
Comencé abusando
de los salmones fuertes que, para
mí, son el color esencial del mes de Julio. En agosto me gusta excederme en la
utilización del rosa. Esto significa que en el aparejo, casi siempre, habrá dos
ahogadas con esas características. Pateé las corrientes habituales y no hubo
forma de trabar alguna y si quise comenzar a divertirme tuve que buscar en las
raseras de las grandes tabladas donde truchas pequeñas (entre 15 y 20 cm) iban
enganchando sin demasiada fuerza.
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Le gustó la saltona montada con el 3277 de la paleta |
Hacia las
tres de la tarde me encontré con un pescador que lo hacía a cucharilla y que vaticinó que íbamos a tener un mal día de pesca porque el río había crecido una barbaridad y las truchas no se movían.
Más tarde me encontré con otros dos que pescaban juntos, a uno lo conozco de
venderme diverso material de pesca en una tienda de León, que trataban de entrar
a una tablada por cuya gatera en la actualidad ya no se puede por estar el río
muy crecido y que se quejaban de la falta de mantenimiento del coto. En
realidad una buena forma de hacer intransitable un río por sus orillas es que
la Junta lo gestione como coto. Al mermar el transito de pescadores la maleza
se va adueñando de los senderos que año tras año los pescadores han ido creando
y manteniendo y así nos
encontramos cotos como el del Cea que, si no es por el río, casi es
imposible patearlo, por lo menos en las inmediaciones de Quintanilla de
Almanza. Nunca más pediré este coto. Al no haber senderos te ves obligado a
caminar por terreno abrupto estando uno expuesto a cualquier lesión.
Además, hay pocas gateras de
entrada y cuando quieres ponerte a pescar estás agotado de caminar buscando el
sitio. Mi recomendación es que no se les ocurra pedir este coto. ( ¡Ay que ver, últimamente, no hago más que lanzar pedradas a los atareados políticos de la Junta! ¿A dónde irán a parar los "cuartos" de los cotos?
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Un rincón en el coto del Cea |
Volviendo a
la jornada en Quintana de Rueda
comentar que, una tarde, donde todas las que vas cogiendo son pequeñas,
da para poner y quitar muchos señuelos. En saltonas sólo puse dos la amarilla y
la que me recomendó un berciano. Ambas funcionaron bastante bien. En los carnes
me fue mejor el montado con el hilo del Molino que el de Gütermann. El rato que
más actividad tuvieron fue sobre las 17,00 horas.
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Pescada con hilo color carne del Molino |
Suelo pasar
la mañana, siempre que cojo este coto, en las inmediaciones del pueblo de
Casasola en dos tabladas y sus corrientes de entrada y salida. A partir de las
18,00 horas, que suele coincidir con un parón de la actividad alimenticia de las truchas,
repongo fuerzas y cambio a las inmediaciones de Rueda del Almirante donde
espero los serenos como agua de mayo. Eran ya las 20,30 horas cuando cogí la
primera reglamentaria de 23 cm., y, en ese momento, estaban ya todos los señuelos de mi cuerda,
incluido el rastro, montados con el 3277 de la Paleta. Es que pescar es una
cuestión de fe y confianza y a partir de esa hora me siento tranquilo con ese
color. Mi zona de sereno ocupa unos ciento cincuenta metros que pesco siempre río
abajo ( a ver quién es el majo que lo hace río arriba con la fuerza que lleva
el agua) y una vez que finalizo salgo al camino que bordea el río y vuelta a empezar. Así hasta que se
hace de noche.
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Con 55,5 cm es mi récord en el Esla |
Fue en
principio un lance más en la zona donde las he visto muchas tardes/noche comer.
Sí es cierto que no todos los tramos son iguales y en el que me sorprendió la
picada suelen comer las truchas más grandes. Enseguida noté que era un buen
ejemplar que se lanzó aguas abajo y yo tras ella, yendo aumentando la tensión
de la línea un poco más cada vez, mientras daba dos o tres vueltas a la
manecilla de mi carrete Abu García. De que comprendí que estaba bien enganchada
no cedí ni un centímetro de sedal, ayudándome en ocasiones con las dos manos
para llevarla cerca de la superficie, momentos en los que daba fuertes
coletazos y mi cerebro me mandaba mensajes negativo en el sentido de: “se te va
a escapar”. ¿Será que el cuerpo humano es más perfecto de lo que creemos y me
estaba preparando por si se me iba? ¿O en realidad me estaba preparando para
que si no se me iba mi alegría fuese máxima? ¡¿Cualquiera sabe las consecuencias de la evolución
humana?! En cualquier caso todo mi cuerpo y mi mente estaban abstraídos en una
única acción primitiva, si se
quiere, pero humana y ancestral, sacar ese enorme pez del agua. También sabía
que me iba a dar muy pocas oportunidades,
así que tenía que entrar en la sacadera al primer intento, si no, lo más
probable es que no me diese una segunda oportunidad. Después de recorrer, lo que a mí me pareció unos cien metros y cuando la tenía cerca, hizo un movimiento brusco para alejarse, momento en el que le dance con la sacadera un derrote tan certero
que debió sorprenderse de mi puntería, pues no sería la primera vez que había
pasado por tal situación. Después de segregar tanta adrenalina uno se encuentra
como alelado unos segundo y como en ocasiones anteriores toma la decisión
correcta: no manipular el pez dentro del agua. Aun me dio tiempo, una vez que las rodillas me dejaron de
temblar y tras las fotografías de rigor, a hacer una pasada más a mi zona de
pesca, comprobando que no había
sereno y que ésta debía de estar
hambrienta para gastar sus energías con tan pocas eclosiones.
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Creo que para su tamaño estaba delgada |
Esto último
lo afirmo porque, ya en mi domicilio, le hice la autopsia reglamentaria y sólo
tenía en el interior de su estomago un puñado de larvas y restos de
piedrecillas propias de los canutillos que hacen en la fase larvaria los
tricopteros. Ni en ésta que pesó 1,879 Kg., ni en la que pesqué
hace un mes en la misma zona con 1, 298 kg., tenían en su interior
restos que me indicase que habían comido algún otro pez.
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Escasez de alimentos en su estomago |
También cace un pequeño insecto de cuyo color verde tengo un poquito de
rayón que me sirve de muestra y
que no soy capaz de encontrar en ningún sitio. Mi amigo y compañero de pesca “Josines” va a tratar de encontrarlo en la India en uno de sus viajes.
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A ver si consigo encontrar este color |
Este año en
la huerta me las hacía muy feliz pensando que había ganado la guerra contra el
topo y ahora me ha aparecido un hijo que es peor que su ascendiente. El
otro ya sabía que si hacia los túneles muy arriba, yo se los pisaba y doble
trabajo, así que últimamente eran profundos y el daño era mínimo. Éste aún no
ha aprendido y me puede levantar cuatro o cinco lechugas en una noche. Espero que se quede en esa zona
y no me pase a los calabacines que son imposibles de reponer.
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Zona de calabacines y zanahorias |
Hablando de
lechugas, también planté algunas junto con otras hortalizas en una pequeña finquita de Pinilla de la
Valdería y me las he tenido que ingeniar para que el corzo no me las coma. Por
ahora el cercado que he levantado le debe dar miedo, pero ya he detectado sus
pisadas a menos de dos metros de la cerca. Habrá que colocarle algún sonajero
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Parafernalia para defender las lechugas |
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