martes, 22 de julio de 2014

PACIENCIA, LA CLAVE EN EL ESLA



   Van pasando los días  y las semanas y por una  u otra razón el blog sigue esperando alguna historia de pesca. Me he dado cuenta que soy perezoso y que es muy cómodo utilizar “Twuiter” para ir haciendo cortas anotaciones que no son más que el reflejo  de mis  pequeños instantes a la orilla del río. También puede ser que no sea tan perezoso y que  lo que hago es seguir a rajatabla el proverbio japonés de : “ Piensa mucho, habla poco, escribe menos”.
Este pequeño neuróptero le gusta a las truchas del Esla
   El domingo no tenía previsto ir al río ya que tengo en casa a mi nieto; además, el día anterior había llovido en algún momento copiosamente y lo más lógico es que el agua del río estuviese algo turbia. Después de desayunar continué haciendo unas moscas ahogadas que quería probar,  se trataba de comprobar  qué hilo color carne iba mejor en el Esla: el Gütermann 979 o el 7847 del Molino. También monté alguna  mosca que en León llamamos “ahogada” con el 8100 también del Molino ( todas son ahogadas pero ésta recibe ese nombre en particular), con la salvedad de dar las últimas vueltas  del tórax ( como 1/3 parte del cuerpo) con el carne del Molino e hice lo mismo con dos más que monté con el 3277 de la Paleta. El sábado había comprobado que había un permiso de los sobrantes aún sin coger para el coto de Quintana de Rueda en el río Esla y me picó la curiosidad. Entre la curiosidad, el día cálido que se presentaba alternándose las  nubes blancas con las grises y el recuerdo de la última jornada de pesca en el Esla donde saqué una de 1,298 kg., hizo que mis dedos tecleasen “aceptar” y casi sin darme cuenta estaban dando mis datos de la tarjeta bancaria para hacer el pago. ¡Cuantos actos hacemos a lo largo del día sin pensar! Y es que el río me gusta tanto que, parafraseando a Borges diré, que no me gusta que le guste a otras personas. Es un amor así, celoso.


Trucha pescada el 15 de junio de 48cm y 1,298 kg
   Entré al río por el pueblo de Rueda del Almirante. Ya conté en otra ocasión que tiene una fuente romana muy interesante. El caudal del río aproximadamente venía como en  años anteriores por esta época, con la salvedad de que otros años el calor apretaba antes y,  por tanto,  antes también soltaban el máximo de agua estando las truchas a estas alturas de Julio más habituadas a las gélidas aguas del pantano. Esto acarrea una merma significativa de su actividad. Sobre todo de la trucha grande.
Pescada al salmón fuerte
   Comencé abusando de los salmones fuertes  que, para mí, son el color esencial del mes de Julio. En agosto me gusta excederme en la utilización del rosa. Esto significa que en el aparejo, casi siempre, habrá dos ahogadas con esas características. Pateé las corrientes habituales y no hubo forma de trabar alguna y si quise comenzar a divertirme tuve que buscar en las raseras de las grandes tabladas donde truchas pequeñas (entre 15 y 20 cm) iban enganchando sin demasiada fuerza.
Le gustó la saltona montada con el 3277 de la paleta
   Hacia las tres de la tarde me encontré con un pescador  que lo hacía a cucharilla y que vaticinó  que íbamos a tener un mal día de pesca  porque el río había crecido una  barbaridad y las truchas no se movían. Más tarde me encontré con otros dos que pescaban juntos, a uno lo conozco de venderme diverso material de pesca en una tienda de León, que trataban de entrar a una tablada por cuya gatera en la actualidad ya no se puede por estar el río muy crecido y que se quejaban de la falta de mantenimiento del coto. En realidad una buena forma de hacer intransitable un río por sus orillas es que la Junta lo gestione como coto. Al mermar el transito de pescadores la maleza se va adueñando de los senderos que año tras año los pescadores han ido creando y manteniendo y así nos  encontramos cotos como el del Cea que, si no es por el río, casi es imposible patearlo, por lo menos en las inmediaciones de Quintanilla de Almanza. Nunca más pediré este coto. Al no haber senderos te ves obligado a caminar por terreno abrupto estando uno expuesto a cualquier lesión. Además,  hay pocas gateras de entrada y cuando quieres ponerte a pescar estás agotado de caminar buscando el sitio. Mi recomendación es que no se les ocurra pedir este coto. ( ¡Ay que ver, últimamente, no hago más que lanzar pedradas a los atareados políticos de la Junta! ¿A dónde irán a parar los "cuartos" de los cotos? 
Un rincón en el coto del Cea 
   Volviendo a la jornada en Quintana de Rueda  comentar que, una tarde, donde todas las que vas cogiendo son pequeñas, da para poner y quitar muchos señuelos. En saltonas sólo puse dos la amarilla y la que me recomendó un berciano. Ambas funcionaron bastante bien. En los carnes me fue mejor el montado con el hilo del Molino que el de Gütermann. El rato que más actividad tuvieron fue sobre las 17,00 horas.
Pescada con hilo color carne del Molino

   Suelo pasar la mañana, siempre que cojo este coto, en las inmediaciones del pueblo de Casasola en dos tabladas y sus corrientes de entrada y salida. A partir de las 18,00 horas, que suele coincidir con un parón de la actividad alimenticia de las truchas, repongo fuerzas y cambio a las inmediaciones de Rueda del Almirante donde espero los serenos como agua de mayo. Eran ya las 20,30 horas cuando cogí la primera reglamentaria de 23 cm., y, en ese momento, estaban ya  todos los señuelos de mi cuerda, incluido el rastro, montados con el 3277 de la Paleta. Es que pescar es una cuestión de fe y confianza y a partir de esa hora me siento tranquilo con ese color. Mi zona de sereno ocupa unos ciento cincuenta metros que pesco siempre río abajo ( a ver quién es el majo que lo hace río arriba con la fuerza que lleva el agua) y una vez que finalizo salgo al camino que bordea el río  y vuelta a empezar. Así hasta que se hace de noche.  
Con 55,5 cm es mi récord en el Esla

   Fue en principio un lance más en la zona donde las he visto muchas tardes/noche comer. Sí es cierto que no todos los tramos son iguales y en el que me sorprendió la picada suelen comer las truchas más grandes. Enseguida noté que era un buen ejemplar que se lanzó aguas abajo y yo tras ella, yendo aumentando la tensión de la línea un poco más cada vez, mientras daba dos o tres vueltas a la manecilla de mi carrete Abu García. De que comprendí que estaba bien enganchada no cedí ni un centímetro de sedal, ayudándome en ocasiones con las dos manos para llevarla cerca de la superficie, momentos en los que daba fuertes coletazos y mi cerebro me mandaba mensajes negativo en el sentido de: “se te va a escapar”. ¿Será que el cuerpo humano es más perfecto de lo que creemos y me estaba preparando por si se me iba? ¿O en realidad me estaba preparando para que si no se me iba mi alegría fuese máxima? ¡¿Cualquiera  sabe las consecuencias de la evolución humana?! En cualquier caso todo mi cuerpo y mi mente estaban abstraídos en una única  acción primitiva, si se quiere, pero humana y ancestral, sacar ese enorme pez del agua. También sabía que me iba a dar muy pocas oportunidades,  así que tenía que entrar en la sacadera al primer intento, si no, lo más probable es que no me diese una segunda oportunidad. Después de recorrer, lo que a mí me pareció  unos cien metros  y cuando la tenía cerca, hizo un movimiento brusco para alejarse, momento en el que le  dance con la sacadera un derrote tan certero que debió sorprenderse de mi puntería, pues no sería la primera vez que había pasado por tal situación. Después de segregar tanta adrenalina uno se encuentra como alelado unos segundo y como en ocasiones anteriores toma la decisión correcta: no manipular el pez dentro del agua.  Aun me dio tiempo, una vez que las rodillas me dejaron de temblar y tras las fotografías de rigor, a hacer una pasada más a mi zona de pesca,  comprobando que no había sereno  y que ésta debía de estar hambrienta para gastar sus energías con tan pocas eclosiones.
Creo que para su tamaño estaba delgada
   Esto último lo afirmo porque, ya en mi domicilio, le hice la autopsia reglamentaria y sólo tenía en el interior de su estomago un puñado de larvas y restos de piedrecillas propias de los canutillos que hacen en la fase larvaria los tricopteros. Ni en ésta que pesó 1,879 Kg.,  ni en la que pesqué  hace un mes en la misma zona con 1, 298 kg., tenían en su interior restos que me indicase que habían comido algún otro pez.
Escasez de alimentos en su estomago
   También cace un pequeño insecto de cuyo color verde tengo un poquito de rayón que me sirve de muestra  y que no soy capaz de encontrar en ningún sitio. Mi amigo  y compañero de pesca “Josines” va a tratar de encontrarlo en la India en uno de sus viajes.

A ver si consigo encontrar este color

  Este año en la huerta me las hacía muy feliz pensando que había ganado la guerra contra el topo y ahora me ha aparecido un hijo que es peor que su ascendiente. El otro ya sabía que si hacia los túneles muy arriba, yo se los pisaba y doble trabajo, así que últimamente eran profundos y el daño era mínimo. Éste aún no ha aprendido y me puede levantar cuatro o  cinco lechugas en una noche. Espero que se quede en esa zona y no me pase a los calabacines que son imposibles de reponer.
Zona de calabacines y zanahorias 
  Hablando de lechugas, también planté algunas junto  con otras hortalizas en una pequeña finquita de Pinilla de la Valdería y me las he tenido que ingeniar para que el corzo no me las coma. Por ahora el cercado que he levantado le debe dar miedo, pero ya he detectado sus pisadas a menos de dos metros de la cerca. Habrá que colocarle algún sonajero 
Parafernalia para defender las lechugas

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