Van pasando los días y las semanas y por una u otra razón el
blog sigue esperando alguna historia de pesca. Me he dado cuenta que soy
perezoso y que es muy cómodo utilizar “Twuiter” para ir haciendo cortas
anotaciones que no son más que el reflejo
de mis pequeños instantes a
la orilla del río. También puede ser que no sea tan perezoso y que lo que hago es seguir a
rajatabla el proverbio japonés de : “ Piensa mucho, habla poco, escribe menos”.
Este pequeño neuróptero le gusta a las truchas del Esla |
El domingo no tenía previsto ir al río ya que
tengo en casa a mi nieto; además, el día anterior había llovido en algún
momento copiosamente y lo más lógico es que el agua del río estuviese algo
turbia. Después de desayunar continué haciendo unas moscas ahogadas que quería
probar, se trataba de
comprobar qué hilo color carne iba
mejor en el Esla: el Gütermann 979 o el 7847 del Molino. También monté
alguna mosca que en León llamamos
“ahogada” con el 8100 también del Molino ( todas son ahogadas pero ésta recibe
ese nombre en particular), con la salvedad de dar las últimas vueltas del tórax ( como 1/3 parte del cuerpo)
con el carne del Molino e hice lo mismo con dos más que monté con el 3277 de la
Paleta. El sábado había comprobado que había un permiso de los sobrantes aún sin coger para
el coto de Quintana de Rueda en el río Esla y me picó la curiosidad. Entre la
curiosidad, el día cálido que se presentaba alternándose las nubes blancas con las grises y el
recuerdo de la última jornada de pesca en el Esla donde saqué una de 1,298 kg.,
hizo que mis dedos tecleasen “aceptar” y casi sin darme cuenta estaban dando
mis datos de la tarjeta bancaria para hacer el pago. ¡Cuantos actos hacemos a
lo largo del día sin pensar! Y es que el río me gusta tanto que, parafraseando
a Borges diré, que no me gusta que le guste a otras personas. Es un amor así,
celoso.