jueves, 5 de julio de 2012

Día de huerto


  
   El lunes dediqué el día al huerto y a una pequeña parcela en la que he sembrado algunas patatas, sandias, melones, pimientos, cebollas, puerros, lechugas, calabacín, repollos y alubias para judías verdes ( aunque en mi pueblo siempre se las ha conocido como fréjoles).

Ya se comienzan a ver los frutos
Hoy la máxima ha sido de 17,8 grados

   No hace el calor que debería hacer, no obstante este tiempo es inmejorable para las patatas, no así para mis sandias y melones que precisan de temperaturas altas. 
Demasiada ciruela, será pequeña

   Tengo un topo en el huerto, que este año me está ganando por goleada, no obstante, yo la guerra aún no la he perdido. El pasado jueves regué el huerto y a las cuatro horas me levantó el primer  montículo, lo pisé y me propuse estar al acecho a ver si lo localizaba trabajando y darle un garrotazo, así que, cada media hora muy sigilosamente, para que no detectara mis  pisadas sobre el terreno, me acercaba a echar una ojeada con la azada en la mano. En uno de esos ojeos compruebo que ha levantado  dos pequeños montículos, me voy acercando muy despacio y cuando estaba como a metro y medio veo que la tierra en uno de ellos se mueve así que me dije esta es la mía y  me precipite con la azada en ristre sobre el promontorio atizándole un azadazo. Pues no le di, estaba a más profundidad que la longitud de mi herramienta y no lo alcance, pero el susto debió ser macanudo. Para el siguiente riego lo esperaré con una herramienta más apropiada, pues cada vez tengo más información sobre su actividad.

Mis cuatro surcos de patatas

   Las horas se me fueron en adecentar los tomates,  partiéndoles las guías nuevas y atarlos, en cortar la hierbabuena ( en mi pueblo siempre fue hortelana), comerme las primeras frambuesas rojas, etc . Tengo unas matas de hierbabuena que traje de Tetuán hace ya muchos años, porque me acostumbre a tomar, desde que hice la mili en Ceuta, té moruno, que no es otra cosa que una infusión de té verde y hierbabuena,  después de la siesta con algún dulce. Esta infusión te quita la modorra o pereza en la que hayas caído y es como un latigazo a tu cuerpo diciendo: ¡ponte en marcha!. Parte de la primera capa la seco, a la sombra, y luego las hojas las introduzco en un tarro de cristal para cubrir mis necesidades durante el invierno. ¡Sí!, ya se que en invierno no hay que desperezarse, pero si no ¿qué motivo pongo para tomar un dulce a las cinco de la tarde?, en fin,  cosas de prejubilados.
En ocho días recolectaré el primer calabacín 




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