lunes, 30 de julio de 2012

El abuelo de Europa






    El pasado día 25 de este mes cumplió en mí pueblo, Pinilla de la Valdería (León), el “Tío Quico”, 111 años, así es como lo nombramos cariñosamente aquí. Cuando yo era un chaval ya lo tenía por un hombre mayor, nunca le he oído una palabra más alta que otra, de carácter afable y sosegado. Hace un año una   televisión, de ámbito estatal, le hizo un reportaje cuando cumplió 110 años y se convirtió en el hombre más anciano de Europa, recuerdo que le preguntaron a algunos de mis paisanos a qué creían que se debía su longevidad; unos contestaban que el agua del pueblo era muy saludable, otros que si el aire del pinar, en fin, cada uno en pocas palabras  daba su parecer, sin embargo, que duda cabe que las circunstancias ambientales habrán tenido algo que ver, yo creo que la principal razón, a parte de sus genes, es la de que ha sido un hombre que ha sabido armonizar su paso por la vida.
  

   Estoy  con Ortega y Gasset  cuando afirmaba que No somos disparados a la existencia como una bala de fusil cuya trayectoria está absolutamente determinada. Es falso decir que lo que nos determina son las circunstancias. Al contrario, las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter”. Me pregunto si el “Tío Quico” perdió en algún momento la serenidad que tenemos cuando somos niños, probablemente sí, pero sin duda la reencontró pronto para adecuar sus decisiones a los tiempos tan dispares en los que ha vivido. Y al parecer eligió bien.

   Más que admirarlo, por haber vivido tantos años, creo que lo que debemos es comprenderlo porque así, su ejemplo, servirá para adecuar nuestras vidas y, quizás, cambiar rumbos, siendo, como decía Simone de Beauvoir, la longevidad la recompensa de la virtud.

Epílogo.- Sin molestar, el pasado día 7 de septiembre de 2012, a los 111años y 45 días, murió en su casa de Pinilla de la Valdería. Que descanse en paz junto a sus antepasados. 


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