Cuando oigo el sonido de una maquina excavadora un domingo cerca del río
me pongo a temblar, y es que son
los días señalados para efectuar las chapuzas que durante la semana no tienen
tiempo de realizar; ya saben, es aquello de mira a ver, hombre, si tienes un rato y arreglas ese cauce . Pues eso, que a los diez minutos de oírlo el Esla presentaba el aspecto de un gran
barrizal, eran las 11,45 horas de la mañana, así que recogí mis bártulos, tomé
el coche y hasta Cubillas de Rueda, donde aparqué, como siempre, debajo de un gran chopo centenario que, en su día, me
enseñó mi amigo de Villomar.
Chopo centenario |
Me asomé al río comprobando que llevaba la mitad de
caudal del que lleva en la zona donde yo pesco, no vi a ningún pescador y
algunas truchas estaban comiendo en superficie, la primera pequeña me entro al
falangista, que como ya he mencionado lo llevo de bailarín. Desde las 12,30
hasta las 14,00 horas que decidí volver a mi zona de pesca, pues supuse que la
máquina habría finalizado la obra, pesque unas diez o doce truchas de entre 10
y 20 cm, entrando sobre todo al
falangista y carne (3277 de la paleta).
Obra que alteró las aguas del Esla |
Efectivamente la máquina había terminado su obra, un poco
chapucera según se aprecia en la fotografía, y había conseguido enviar a casa a
todos los pescadores, por lo que me encontré en una gran tablada yo sólo. He
puesto este título porque ha sido uno de los días grandes de pesca, donde, hasta
en tres ocasiones, trabe dos truchas en una misma tirada; yo lo achaco al hecho
de que al haber embarrado el río
no hubo eclosión o si la hubo la trucha no comió, lo cierto es que
entraban con fuerza y no importaba que revolcases una que, en la misma zona, a
la siguiente tirada repetía
otra y así hasta las 16,30 horas. Desde esta hora hasta las 18,30 horas en que
di por finalizada mi jornada de pesca siguieron entrando pero en intervalos ya
más largos. Los dos mosquitos campeones fueron el carne y el salmón fuerte y a
partir de las 16,30 horas, el rosa brincado en avellana y también el brincado
en amarillo huevo. En fin, adrenalina a tope. Por tanto creo que le viene bien
el título de esta comedia de Shakespeare.
Dos de una tirada |
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