Había comentado que hasta el miércoles no podía
ir de pesca pero decía Oscar Wilde “que
la mejor manera de librarse de una tentación es caer en ella” y eso hice yo
el domingo, sabía que jugaba Nadal, la selección española de futbol y que con
Fernando Alonso teníamos por
delante una emocionante carrera, pero me levanté pensando en el río y al final
me convencí de que podía pasar unas horas en él y ver también los
acontecimientos deportivos.
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Estado de la superficie del agua |
Pues eso que a
las 11,00 horas ya estaba yo vareando el río Esla, confiando en que mi ninfa
favorita me sorprendiese en alguna corriente o debajo de algún salguero y lo
que verdaderamente me sorprendió fue el viento, tanto, que decidí comerme el bocadillo a las
13,00 horas, a ver si,
mientras, amainaba el aire
y el río limpiaba un poco las
pelusas de los chopos y salgueros que habían caído. Día malo, donde los haya,
para practicar la pesca, con casi nula actividad de las truchas en superficie,
que sólo me habían permitido coger, hasta esa hora, un par de ellas pequeñas a
la ninfa.
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Una de las mejores tiradas arruinada por la caída del chopo |
A la 13,30
horas reinicie la faena y, si bien el viento seguía en rachas
parecidas, al río ya no caía tanta pelusa
por lo que empecé a tomar alguna trucha pequeña a la hormiga y al
salmón. Finalmente, a las 15,30 horas, decidí que debía caer en la nueva
tentación, que no era otra que volver a León y ver los acontecimientos
deportivos de la tarde, con un pobre saldo de dos truchas reglamentarias, cogidas ambas con la hormiga.
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La hormiga pudo con ellas |
La jornada del miércoles fue distinta, la
comencé a las 12,30 horas y a la segunda tirada cogí una 23 cm con mi ninfa. El río estaba en
buenas condiciones para pescarlo y en el mismo lugar del aparcamiento coincidí
con el pescador que, el viernes pasado, me informó del porqué había tanta
trucha pequeña, no obstante, más tarde, en charla con otro pescador en un
lugar donde el río se estrecha para formar luego un gran pozo, allí con
la caña de cinco metros y su aparejo de ninfas, entre las que pude ver algún
perdigón, trataba de arrancarle al río alguna trucha grande posicionada en el
fondo, éste me comentó, respecto a las truchas pequeñas, que era lógico que
hubiese pues habían desmantelado
la piscifactoría de Vegas del Condado y todas las truchas las habían repartido por
los ríos leoneses, ya que no tenía sentido mantener esta piscifactoría cuando
se iba a imponer la pesca sin muerte a partir del próximo año.
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Otra trapecista |
Sobre las 15,00 horas se volvieron locas y, durante aproximadamente media hora, rara era la tirada en la que no había
enganchada, varias veces hasta dos, pero en ningún caso llegué a tener que
desanzuelar las dos pues, al
cobrarlas, por una u otra razón una de ellas se escapaba.
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Mi saltona campeona |
Los mosquitos
campeones en ese momento fueron por el mismo orden, la saltona amarilla, el rosa avellanado, la hormiga y el
carne (paleta 3277). Hasta las 17,30 horas que abandoné el río no pararon de
comer en superficie, claro que no con la misma intensidad que esa media hora,
pero se hizo divertida la jornada, de tal forma que no tuve tiempo de comerme el bocadillo y me
tuve que conformar con una barra de cereales y una naranja que, además del botellín de agua,
llevo en mi bolsa de pesca,
porque ya me conozco.
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Cupo reglamentario |
El domingo, con un amigo, he cogido el coto de Quintana de Rueda y esta será mi cuerda de inicio, claro que, cuando abandone el río no se parecerá pues suelo cambiar mucho los mosquitos. Por supuesto, para ajustarse a la normativa, van sin arponcillo. En el Eria suelo utilizar sólo tres o cuatro mosquitos y una caña muy corta, aquí utilizo una de cuatro metros y con siete u ocho señuelos, todo es cuestión de práctica y de ir aumentando poco a poco los mosquitos y la longitud de la caña.
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Mi cuerda para el coto de Quintana |
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