Llevaba
casi una semana recluido en casa y,
de ella, dos días encamado porque
las fiebres como mejor se llevan es en postura horizontal. Hoy, día de Sabado
Santo, me acorde de un refrán que dice: “ Para el catarro el jarro y si no se
quita la botellita”, así que, a partir de las 12,30 horas, ya estaba mi cuerpo enfrentado
a la barra de un bar en las inmediaciones de mi domicilio, solicitando la
temporera limonada que tan bien hace al cuerpo e incluso al alma
-
Y de tapa que desean. Tengo patatas alioli, hígado encebollado, pimientos,
garbanzos con callos, morcilla…
Ahí lo paré en seco,- ¡morcilla!,- y bajando la voz continué,- para mí-. Mire
a mi alrededor como avergonzándome de haber gritado, más de lo
estrictamente necesario, pero en el bullicio del local parece que no desentonó
el grito.
Qué les voy a contar sobre la morcilla de León colocada humeante encima de una
rebanada de pan. Pues les voy a decir que uno no sabe que atacar primero, si la limonada o descerrajarle un bocado a la tapa con suaves aromas de canela.
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Limonada y morcilla |
¡En
fin!, que no he esperado al Domingo de Resurrección para sentirme de nuevo
vivito y coleando y, ¡por Dios!, que yo no soy muy semanasantero, pero les
puedo asegurar que la ronda de este Sábado Santo, por las inmediaciones de mi domicilio junto a mi mujer, me ha hecho mucho bien. Y hablando de
rondas, el Jueves Santo, tiene lugar en León un acto singular y propio de la
tradición leonesa, a partir de las 12,00 de la noche, organizado por la
Cofradía del Duce Nombre de Jesús Nazareno y es la Ronda, en la que cuatro hermanos de esta cofradía ataviados con
la indumentaria propia, pero descubiertos, comienzan sus “toques” para los que
se apoyan de una esquila, un clarín y un tambor y con desgarradora voz gritan:
“ Levantaos, hermanitos de Jesús, que ya es hora”.