Estaba un anciano sentado a la puerta de su casa con la caña de pescar en la mano y un joven, al pasar, le preguntó, ¿pican abuelo?, contestando el pescador, contigo van siete.
Dicen que los pescadores tienen retranca, y que la intención maliciosa les sale siempre, porque como están tan acostumbrados a mentir sobre el mundo de la pesca se adelantan a los acontecimientos y esto me recuerda, aquel otro pescador que en la orilla del río imploraba, ¡señor, señor! ayúdame a pescar una gran trucha, no me obligues a mentir a mis amigos.
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