Dice
la leyenda que una vez que fueron expulsados los judíos y no teniendo contra
quien vengarse por la muerte de Jesucristo, los leoneses cuando acudían a
la tabernas tomaban limonada mencionando que, por cada limonada, era como matar o
expulsar a un judío. En la actualidad se sigue tomando limonada en León
en la Semana Santa y se siguen “matando judíos”, pero no somos antisemitas, ni
el hecho tiene connotaciones racistas, simplemente nos gusta la limonada. La
clásica estaría compuesta de unos cinco litros de vino, uno de agua, un
kilogramo de azúcar, el zumo de un kilo de limones y dos ramas de canela;
todo ello bien mezclado se deja reposar una semana y a “matar judíos” durante
toda la Semana Santa.
Bueno pues entre limonada y limonada
habrá que varear el río, esa es una de las primeras imágenes que tengo de
los pescadores del río de mi pueblo, cuando con sus cañas largas de bambú
vareaban una y otra vez el río Eria, unos con mosquitos y otros con cebo; por supuesto
no llevaban vadeadores, a lo sumo las botas de ir a regar que no alcanzaban
nada más que hasta la rodilla. Mañana, 1 de abril, se inicia la temporada
de pesca y como todos los años recorreré alguna de las márgenes del río
Eria, dando rienda suelta a mi subconsciente pescador, creado a través de
generaciones de mis antepasados y probablemente con idéntico resultado a los
años últimos, alguna que otra pequeña, no obstante puedo encontrar el
grato placer de que algún pescador, al que le sobre tiempo, comparta
experiencias pasadas de tiempos mejores conmigo. Mi cuerda llevará como rastro
una ninfa de faisán, de ahogada un paja, semiahogada un verde
marzo, semibailarina un violeta y bailarina un pardón.
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