A PROPÓSITO DE LA PESCA

  

    Hay un proverbio árabe que dice: “ Duerme con el pensamiento de la muerte y levántate con el pensamiento de que la vida es corta” . Esta mañana he pensado que tengo 57 años y que si no voy hoy a pescar ya nunca recuperaré este día de pesca. Qué pensamiento tan simple para justificar  el dejar otras cosas que tendría que hacer para darme el gustazo de pasar la tarde en el río. En fin, este cerebro mío es un poco “cabrón”, se conoce que hoy necesitaba  que lo dejase  tranquilo, al parecer no quería crear más hipótesis sobre formaciones charlistas, ondas de Elliot, series de Fibonacci, velas japonesas  ni análisis de tendencias. Con un mundo tan globalizado es para volverse loco, nada es lo que parece, cualquier situación mundial cambia todo y,  ¡adiós análisis técnico!. Bueno, al menos tiene uno el cerebro controlado, que es el órgano de mando de mi pequeño mundo. Los órganos ociosos, en sentido amplio, siempre pueden maquinar putadas ( al que no le guste la palabra siempre la puede cambiar por perrería, faena o trastada). Un ejemplo reciente de putada, por estar ociosos, es la actuación del ejercito egipcio dando un golpe de estado en toda regla. ¡No estarían sus generales mejor pescando en el Nilo!, vamos, lo digo sin querer ofender a ningún general, pero, a lo mejor, sus cerebros necesitan un descanso y pienso que, el  Nilo, puede ser un lugar estupendo e incluso, si no les gusta la pesca,  pueden meter la cabeza bajo el agua y dejarla allí para que sus cerebros descansen eternamente. No es bueno cambiar las reglas del juego en pleno partido porque vamos perdiendo.

Mi huerto en Pinilla de la Valdería

   Voy a volver a mi huerto de Pinilla de la Valdería y al río Esla porque estas cosas siempre en nombre del pueblo me exasperan, vamos, que me sacan de quicio; respecto al primero la falta de calor ha retrasado mis cultivos, no obstante ya empieza a tomar volumen y mi topo, como si estuviese amaestrado, coge carril por el fondo de los surcos y los daños son mínimos. Por ahora sólo estoy consumiendo acelgas, cebollas, lechugas y repollo de corazón de buey, creo que en ocho días tendré ya también algún calabacín.

Estas guindas ya están metidas en orujo, dentro de un año haré el licor.

   El martes estuve en el Esla y cogí dos reglamentarias; por cierto, ¡qué difícil se me hace entender a los que tratan de convencerme de que debo comulgar con sus ideas y pescar sin muerte! Ahora debemos cumplir las leyes y también los deseos de terceros.

En mi cuerda la mejor la hormiga

   Tenemos tantas leyes y son tan extensos los reglamentos que las desarrollan que es casi imposible que un ciudadano no infrinja alguna norma a lo largo de la semana, salvo que no salga de su casa. ¡Coño!  no me da la gana sentirme culpable cuando traigo las truchas reglamentarias a mi casa. Por cierto, algunos que pescan a mosca seca y que  parecen moscas cojoneras en algunos foros con el lloriqueo continuo de exigir la pesca sin muerte deberían crear moscas sin anzuelo, ¿para qué van a estresar a la trucha al clavarla, manipularla y desanzuelarla, si lo importante es el lance de la toma del señuelo? ¡Señor, señor!, por qué no nos dejan  la ilusión de poder pescar una trucha, por ejemplo de más de 40 cm, para compartirla con amigos o familiares y seguir contando historias, quizás exageradas, pero al fin y al cabo historias nuestras y de nuestros antepasados en el río. Esas historias de transmisión  oral también son cultura. En fin, voy a poner una empalizada en este camino que he tomado porque me conozco y, como buen leones,  soy muy cazurro y si clavo los cuernos en este asunto igual insulto a más de uno y como ya dije, no hace mucho, ya soy muy mayor para  empezar a ser vulgar. No obstante, considérense insultados.

También a la hormiga

   Hoy viernes he vuelto al río Esla a las 13,30 horas, porque se impuso el pensamiento simplista y, en el lugar donde dejo mi coche,  había dos pescadores que habían sacado una mesa de su vehículo y la estaban colocando  a la sombra de los chopos. Uno de ellos me dijo: “ El agua esta mañana mata a los mosquitos”, me hizo gracia el eufemismo para describir la frialdad del agua y- apostilló- “ Si traes alguna bebida métela en el agua que no hace falta nevera” . Mientras  yo me uniformaba para la tarea, comentamos diversos aspectos del río y de la pesca y los suyos fueron todos muy negativos, dándome a entender  que si lo que pretendía era dar un paseo estaba muy bien porque los chopos daban buena sombra, pero si tenía intención de pescar algún pez debería ir quitándomelo de la cabeza. Tras ofrecerme un trago de vino blanco, que cortésmente rechace aludiendo a que no combina muy bien el alcohol y el río, pues puede uno envalentonarse demasiado y cruzar por donde no debe, tomé río arriba con la idea de pescar alguna y demostrarles que estaban equivocados. Dos horas más tarde  pasé por el mismo lugar, con el fin de dar mi brazo a torcer, pero ya se habían ido y yo no había tocado ni una sola trucha, así  que seguí río abajo y no sería hasta las 16,30 horas cuando empecé a tomar alguna trucha a la hormiga “Blondie”, que hoy la había colocado de ahogada, la primera por encima de la boya. 

Se repite el tocón

   De las cuatro o cinco que pesqué con la hormiga únicamente una dio la medida reglamentaria,  las otras entre 12 y 20 cm. Media hora más tarde cogí una pequeña al salmón y las tres siguientes al carne,  dando únicamente otra la medida. En mi zona de pesca se movieron durante una hora, después como si se las hubiese tragado el fondo del río. Así que a las 18,30 horas recogí la caña, después de un bonito paseo, pensando que hoy no dejé escapar esta jornada de pesca. No funcionaron ni el salmón fuerte, ni los dos rosas, uno claro y otro fuerte, ni ninguna de las saltonas. Cace una saltona y voy a ver si soy capaz de imitarla; luego está que le guste a las truchas; probar, probar y probar es el sino del pescador.

También los espinos tienen flores hermosas